El niño con el pijama de rayas

Yo: Hola, Bruno. ¿Cómo estás? ¿Contento en tu nueva casa?

Bruno: Sí. Al principio no mucho porque me aburría y no tenía con quién jugar, pero luego conocí a mi amigo Shmuel.

Yo: ¿Con él sí juegas?

Bruno: No jugamos porque no puede salir ni yo puedo entrar a la granja donde vive, pero sí nos divertimos conversando.

Yo: ¿Y por qué no lo dejan salir?

Bruno: Dice que lo obligan a trabajar todo el tiempo.

Yo: ¿Lo obligan a trabajar? ¿Cuántos años tiene?

Bruno: Ocho como yo.

Yo: Qué triste. ¿Y cómo lo conociste?

Bruno: Un día que estaba aburrido en mi casa decidí salir por la puerta trasera a explorar los alrededores, y así llegué hasta la granja de Shmuel.

Yo: ¿Cómo es la granja donde vive?

Bruno: Es grande y hay un montón de gente que tiene la misma ropa.

Yo: ¿La misma ropa?

Bruno: Sí. Todos se visten con pijamas de rayas que tienen un número.

Yo: ¿Desde el principio te hiciste muy amigo de Shmuel?

Bruno: Sí. Cuando puedo le llevo comida, a pesar de que es judío.

Yo: ¿Tu familia sabe que te encuentras con él?

Bruno: No. Ellos me dicen que los judíos son extraños y malvados.

Yo: ¿Y qué piensas tú?

Bruno: Que no todos deben ser así. Antes de Shmuel conocí a un señor judío que fue muy bueno conmigo, incluso me curó una herida. Era médico, pero terminó pelando papas.

Yo: ¿Y qué pasó con él?

Bruno: Un día, el soldado que trabajaba en mi casa le dio una paliza sólo porque derramó un poco de vino en la mesa. Después no lo vi nunca más. Creo que fue el mismo soldado que golpeó a Shmuel.

Yo: ¿Por qué lo golpeó?

Bruno: Por mi culpa. Un día enviaron a Shmuel a mi casa para que ayudara a limpiar unas copas, y cuando lo vi le di de comer. Luego llegó el soldado que lo encontró comiendo y me preguntó si yo le había dado la comida. Yo lo negué mintiendo, diciéndole que él ya estaba comiendo cuando me topé con él.

Yo: ¿Por qué lo hiciste?

Bruno: Por miedo, porque el soldado estaba muy molesto. Además, se supone que los judíos son enemigos. Estaba confundido. Pero luego me arrepentí.

Yo: ¿Te disculpaste con Shmuel?

Bruno: Sí. Lo fui a buscar varios días porque no aparecía, hasta que lo encontré; le pedí disculpas y le prometí ayudarlo a encontrar a su papá.

Yo: ¿Qué pasó con su papá?

Bruno: Él vivía con su papá, pero me contó que un día desapareció y no lo encontraba por ningún lado. Así que me ofrecí a ayudarlo.

Yo: ¿Qué han pensado o planeado?

Bruno: Quedamos en que primero tengo que cavar un hoyo, y antes de entrar a la granja él me conseguiría un pijama a rayas como el suyo para poder pasar desapercibido. 

Yo: ¿Y cuándo lo van a hacer?

Bruno: Tiene que ser mañana porque mañana me mudo con mi familia a otra casa.

Yo: Ojalá tengan suerte. Si pudieras elegir, ¿te gustaría vivir en la granja con Shmuel?

Bruno: Sí. Lo único que no me gusta es el olor horrible.

Yo: ¿Cuál?

Bruno: El que siento a veces cuando sale humo de las chimeneas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Don Ramón, el mejor

Dos madres, dos estilos

Tom y Willie: Mucha brillantez, poco éxito