Mi dalina favorita

Yo: ¿Cómo va todo en Nubeluz?

Mónica Santa María: ¡Muy bien! El trabajo es sacrificado, sí, pero el producto final es lo satisfactorio.

Yo: Muchos pueden creer que es tu primer trabajo, pero tú has trabajado desde muy chica, ¿no es cierto?

M.S: Sí. Mi mamá, a escondidas de mi papá, -ríe- me llevaba a hacer comerciales desde los 6 años. Luego trabajé en Yanbal, ahí conocí a mi amiga Almendra.

Yo: ¿Y qué tal tu relación con ella?

M.S: Almendra es una gran amiga, es como una hermana para mí. Es mi confidente, sabe cosas mías que nadie más conoce.

Yo: ¿Se pueden saber?

M.S: (Sonríe) Son personales.

Yo: ¿Y estás enamorada?

M.S: Tengo novio, sí.

Yo: ¿Se porta bien contigo?

M.S: Sí. Es muy detallista.

Yo: ¿Cómo te imaginas en un futuro?

M.S: Bueno, espero seguir mucho tiempo más en esta nube maravillosa que me hace tan feliz.

Yo: Tú siempre irradias felicidad...

M.S: Creo que la felicidad es contagiosa y se transmite. Al ver a los niños tan felices, no hay forma que yo no me sienta así.

Yo: Bella, talentosa, joven e inteligente. ¿Debes sentirte feliz cuando se apagan las cámaras también?

M.S: No todo es lo que parece.


El sábado 12 de marzo de 1994, luego de una fuerte discusión con su pareja (según personas que estuvieron en el matrimonio al que asistieron), Mónica se fue sola a su departamento en La Molina, en el que tomó la fatídica decisión de acabar con su vida, disparándose con una pistola en el paladar.


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